Tuve que cambiarle la instalación eléctrica, los cables de bujía, los frenos, las mangueras, el carburador... pero lo encendí. ¡Y sonó! Como en los 70, como cuando era niño. El olor a gasolina, a vinilo viejo, el clac del freno de mano, todo seguía ahí.
Ahora lo uso los fines de semana, para ir al mercadillo o simplemente a dar una vuelta sin rumbo. La gente lo mira, sonríe, alguno me saluda con el pulgar arriba. Es más que un coche. Es un pedazo de historia rodante. De mi historia. De la historia de mi familia.
Tuve que cambiarle la instalación eléctrica, los cables de bujía, los frenos, las mangueras, el carburador... pero lo encendí. ¡Y sonó! Como en los 70, como cuando era niño. El olor a gasolina, a vinilo viejo, el clac del freno de mano, todo seguía ahí.
ResponderEliminarAhora lo uso los fines de semana, para ir al mercadillo o simplemente a dar una vuelta sin rumbo. La gente lo mira, sonríe, alguno me saluda con el pulgar arriba. Es más que un coche. Es un pedazo de historia rodante. De mi historia. De la historia de mi familia.